Aunque podría sonar absurdo y hasta fantasioso, algunos investigadores alternativos han sugerido que podría estar ocurriendo una guerra en el espacio profundo entre  civilizaciones extraterrestres tecnológicamente desarrolladas. Sustentan su hipótesis en la cada vez más frecuente detección de misteriosas «ráfagas de radio» que atraviesan la galaxia vecina.

Hace tres semanas, tras mejorar el conjunto de radiotelescopios de Westerbork (Países Bajos), los astrónomos descubrieron cinco nuevas ráfagas rápidas de radio (Fast Radio Bursts, FRB). Las imágenes del telescopio, mucho más nítidas que antes, mostraron que múltiples llamaradas habían atravesado la cercana galaxia Triangulum o Galaxia del Triángulo.

Hace tres días, 57 astrónomos de la Universidad de Toronto, que trabajan con el radiotelescopio Canadian Hydrogen Intensity Mapping Experiment (CHIME), informaron de la repetición de unas 25 FRB.

Las ráfagas de radio rápidas, FRB, se cuentan entre las llamaradas más brillantes del universo. Las ráfagas emiten principalmente ondas de radio. Estas llamaradas son tan potentes que los radiotelescopios pueden detectarlas incluso a más de 4.000 millones de años luz de distancia. La visibilidad constante a distancias tan grandes significa que los estallidos contienen una enorme cantidad de energía.

Muchos astrónomos creen que las estrellas de neutrones emiten FRB. La densidad y la fuerza del campo magnético de estas estrellas extremadamente compactas son únicas en el universo. Estudiándolas, los astrónomos tratan de comprender mejor las propiedades fundamentales de la materia que compone el universo. Pero conocer las FRB es difícil, ya que nadie sabe en qué lugar del cielo sonará la próxima y ninguna de las conocidas hoy es capaz de generar de forma independiente y natural señales tan extrañas.

Mensajes en el Universo

Las FRB se comportan, por decirlo suavemente, de forma extraña. La duración es diferente: desde una fracción de milisegundo hasta varios segundos. Algunos cambian de frecuencia. Otros, al iniciar la «transmisión», aumentan su potencia cientos de veces, envían señales en diferentes direcciones. Algunas están polarizadas, otras no. La mayoría de las fuentes hasta ahora «entran en contacto» solo una vez, y luego parecen desaparecer, algunas veces sin dejar rastro, pero no necesariamente para siempre.

Su número ha ido creciendo desde 2018, cuando solo se detectó una señal repetitiva. Ahora se multiplican y, literalmente, empezaron a llegar a centenares desde todas partes.

Imagen: Pixabay

Hay fuentes que «emiten» regularmente desde un mismo lugar, pero con largas y diferentes interrupciones. La «primogénita» FRB 180916, por ejemplo, se enciende cada 16.35 días. Y las hay muy activas que tienen una potencia tremenda. Es suficiente para que la señal sea capaz de iluminar miles de millones de años luz del espacio interestelar. Según una estimación aproximada, la capacidad de una FRB es 10 billones de veces el consumo anual de energía de toda la población de la Tierra. En otras palabras, un completo desastre en la actualidad.

Son captadas no sólo por el CHIME, sino por numerosas antenas de otros radiotelescopios instalados en todo el planeta. Solo el observatorio FAST (Five-hundred-meter Aperture Spherical radio Telescope), situado en China, recibió 1800 FRB en pocos días en 2021. Un año antes, «llegaron» 1650 FRB. Además de los chinos, las señales son captadas por otros muchos radiotelescopios de gran tamaño, como el Australian Square Kilometer Array Pathfinder (ASKAP), el Very Large Array o la red europea Very Long Baseline Interferometry Network.

Origen artificial

No es de extrañar que muchos astrónomos bastante serios, perplejos, no descarten que las FRB sean de origen artificial. Es decir, que atestigüen algún tipo de actividad tecnológica de civilizaciones extraterrestres muy desarrolladas.

Científicos del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, dirigidos por Avi Loeb, proponen como fuentes de FRB transmisores artificiales del tamaño de nuestra Tierra o incluso mayores. Los científicos creen que los alienígenas envían pulsos cortos y potentes a sus naves estelares, que están equipadas con receptores apropiados o simplemente suministran energía.

Los mensajes extraterrestres se pueden ocultar en las estrellas. El cúmulo estelar NGC 3603 ilumina una nebulosa a 20.000 años luz de la Tierra, vista por el Telescopio Espacial Hubble. Imagen: NASA / ESA / U.Va. / NIA / USRA / NASA Ames

Loeb y sus colegas calcularon que la potencia de los destellos debería ser suficiente para mover naves espaciales de un millón de toneladas, 20 veces más pesadas que el mayor transatlántico terrestre.

Si es así, los extraterrestres se han vuelto mucho más activos en los últimos tiempos. ¿Dónde y por qué? ¿Está ocurriendo algo GRANDE allá afuera? No es el momento de abandonar esta hipótesis. Después de todo, también existen los no menos misteriosos estallidos de rayos gamma (GRB), rayos X de increíble potencia y fuerza letal, procedentes, al igual que los FRB, de las profundidades del Universo.

¿Qué objetos generan pulsos de energía dirigidos, cuyas fuentes sólo son superadas en fuerza por el Big Bang? En pocos segundos, liberan tanta energía como la que produce el Sol en miles de millones de años. Los científicos no excluyen que la Tierra se encuentre de vez en cuando en la línea de fuego, dirigida por puestos de combate alienígenas, como la «estrella de la muerte» de La guerra de las galaxias.

Recientemente, el 9 de octubre de 2022, se registró lo que parece ser la salva más potente en la historia de las observaciones. Se denominó BOAT – «Brightest Of All Time» (la más brillante de todos los tiempos). La fuente se localizó en la constelación de Flecha, a 2.400 millones de años luz de nuestro planeta, pero la radiación que la alcanzó provocó una perturbación en la atmósfera superior.

Otra posibilidad es que los extraterrestres se comuniquen así: a través de FRB y GRB. Algunos astrónomos creen que las llamaradas transmiten alguna información, pero ¿cuál?

Aunque algunas señales de radio han sido catalogadas como producidas por objetos cósmicos como estrellas de neutrones, hay algunas señales que no han podido ser identificadas, y allí podría estar la respuesta a la búsqueda de vida fuera de la Tierra. 

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