

HISTORIA OCULTA
El misterioso y gigante monolito de Tláloc que parece una «nave espacial»
Una sorprendente estructura antigua conocida como «Monolito de Tláloc» en honor a un importante dios azteca, ha despertado la curiosidad de diversos investigadores por varias décadas. Rodeado de leyendas e historias increíbles, incluso el monolito se plantea como algo de origen no humano, y algunos creen que se asemeja a una nave espacial. ¿La representación de una antigua visión de la llegada de antiguos astronautas?
El Monolito de Tláloc es una colosal estatua de piedra que representa al dios azteca de la lluvia, el agua, el rayo y la agricultura, Tláloc. Este magnífico monumento, considerado el mayor monolito de América, se erigía cerca de la ciudad de Coatlinchan (que significa «hogar de las serpientes»). En la actualidad, el imponente Monolito de Tláloc adorna la entrada del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México.
En este artículo, nos adentraremos en la historia, el descubrimiento y la importancia de esta antigua obra maestra, además de explorar los misterios que se esconden tras este antiguo enigma.
¿Quién fue Tláloc?
Tláloc era una de las deidades más importantes y veneradas del panteón azteca. Se cree que su nombre es una combinación de dos palabras náhuatl, thali y oc, que significan «tierra» y «algo en la superficie», respectivamente. Como dios asociado principalmente a los fenómenos meteorológicos relacionados con el agua, Tlaloc tenía una naturaleza dual en la creencia azteca.
Aspectos benévolos y malévolos
Por un lado, Tlaloc era una figura benévola que enviaba lluvia a la Tierra, un elemento crucial para la agricultura y la vida. Por otro lado, también podía desatar su poder destructivo provocando tormentas, sequías y otros desastres que trastornaban la vida de la gente. Esta doble naturaleza hizo de Tláloc una deidad esencial y formidable a los ojos de los antiguos aztecas.
Culto y ofrendas
El Templo Mayor de Tenochtitlán estaba dedicado a dos deidades, una de las cuales era Tláloc. La otra era Huitzilopochtli, el dios azteca de la guerra. Los escalones que conducían al santuario de Tlaloc estaban pintados de azul y blanco, simbolizando el agua, el elemento del dios. Las ofrendas que se encontraban en el santuario incluían objetos relacionados con el mar, como corales y conchas marinas, lo que enfatizaba aún más la asociación de Tláloc con el agua.
Monumentos en honor a Tlaloc
Tláloc fue venerado en todo el Imperio Azteca, y se han descubierto varios monumentos y artefactos que atestiguan su importancia:
El monolito de Tlaloc en Morelos
Podría decirse que la representación más impresionante de Tláloc es el propio Monolito de Tláloc. Al igual que el monolito hallado en Morelos, esta enorme talla de piedra también data del siglo VIII d. C. (aunque algunas fuentes sugieren que data del siglo V). Con un peso estimado de 152 toneladas y una altura de 7 metros, el Monolito de Tláloc está considerado el mayor monolito conocido de América.
El monolito presenta grabados de imágenes agrícolas y la imagen de Tláloc en sus laterales. Los arqueólogos especulan que este monolito se utilizaba con fines rituales, concretamente para solicitar la lluvia al dios. Curiosamente, se ha observado que el monolito nunca fue completado por sus creadores.
El altar del Templo Mayor de Tenochtitlan
Otro notable artefacto relacionado con Tláloc fue desenterrado en 2006 en las ruinas del Templo Mayor de Tenochtitlán, en Ciudad de México. Este altar de piedra y tierra, que se cree que tiene unos 500 años de antigüedad, fue descubierto en el lado oeste del templo. El altar presenta un friso que representa a Tláloc y a otra deidad agrícola.
Descubrimiento y redescubrimiento
El Monolito de Tláloc fue redescubierto por primera vez a mediados del siglo XIX, en el fondo del lecho de un río seco cerca de la ciudad de Coatlinchan. Permaneció en su ubicación original hasta el siglo XX, cuando se decidió trasladar el monolito a Ciudad de México para adornar la entrada del recién construido Museo Nacional de Antropología.
Retos y celebraciones del traslado
Transportar el enorme Monolito de Tláloc no fue tarea fácil. Los habitantes de Coatlinchan acabaron accediendo a la petición de traslado con la condición de que se construyeran en su pueblo ciertas instalaciones, como una carretera gubernamental, una escuela y un centro médico. Este acuerdo propició el increíble viaje del monolito a Ciudad de México el 16 de abril de 1964.
El Monolito de Tláloc fue transportado en un gigantesco remolque construido a tal efecto, recorriendo una distancia aproximada de 48 km. A su llegada a la capital, el monolito fue recibido por una multitud de 25.000 personas en la plaza del Zócalo, así como por una inusual tormenta que se produjo durante la estación seca.
Esfuerzos de conservación
Desde su instalación en la entrada del Museo Nacional de Antropología, el Monolito de Tláloc ha estado expuesto a la intemperie, lo que ha provocado su deterioro con el paso del tiempo. En 2014, expertos comenzaron a evaluar el estado del monolito para preparar los trabajos de restauración.
Misterios en torno al monolito
El descubrimiento y la historia del Monolito de Tláloc están envueltos en una serie de preguntas sin respuesta y detalles enigmáticos:
Orígenes y cantera
Uno de los interrogantes que persisten en torno al Monolito de Tláloc es el origen de la piedra de andesita de 167 toneladas con la que fue tallado. Hasta la fecha, nunca se ha encontrado la cantera de la que se extrajo la piedra.
Métodos de transporte
Otro misterio que rodea al monolito es cómo los aztecas (u otras tribus indígenas) transportaban una estatua tan colosal sin acceso a vehículos con ruedas, según la narración histórica oficial.
Posición prevista y daños
El monolito de Tláloc se encontró tumbado de espaldas, lo cual es inusual porque parece que la estatua estaba pensada para estar de pie. Además, la parte frontal del monolito está muy dañada. No está claro si los daños fueron causados por el hombre o por la naturaleza.
Especulaciones sobre la finalidad del monolito
Dada la ubicación del monolito en el lecho de un río y sus peculiares elementos estructurales (como la enorme parte trasera de la estatua y el agujero «ritual» en la parte superior), algunos han teorizado que el Monolito de Tláloc podría haber servido como pilar de un antiguo puente que cruzaba el río. Sin embargo, esta teoría sugeriría la existencia de otras estatuas similares, que aún no han sido descubiertas o excavadas en el área de Texcoco.
Conclusión
El Antiguo Monolito Gigante de Tláloc sigue siendo un enigmático testimonio de la civilización azteca y de su complejo sistema de creencias. A la entrada del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, sigue cautivando e intrigando a visitantes de todo el mundo. A pesar de los numerosos interrogantes y misterios que aún rodean a este colosal artefacto, el Monolito de Tláloc perdura como símbolo de la rica herencia cultural del antiguo pueblo azteca.
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