¿Son los Elfos una civilización anterior a la humanidad? ¿son los Elfos un concepto bastante alejado de la ficción?

La falsedad más importante que se ha perpetuado sobre la humanidad es la noción de que cuanto más nos remontamos en el tiempo, más ignorantes y subdesarrolladas eran las personas. Este mito está ampliamente respaldado, con afirmaciones como que durante la Edad Media se consideraba que las personas de 30 años eran muy viejas.

El relato de su mala calidad de vida está tan extendido que los manuales de historia llegan a afirmar que la gente dormía en agujeros y utilizaba telarañas como mantas. Del mismo modo, está muy extendida la idea errónea de que los antiguos humanos vivían en cuevas.

Es posible que nos encontremos con afirmaciones bastante extravagantes sobre los antiguos, como que el miedo a morir mientras dormían les llevaba a dormir sentados, a utilizar la orina para lavar la ropa o a emplear una esponja en un palo para ir al baño. Estas nociones parecen ilógicas, pero a menudo se presentan como hechos históricos en contextos educativos.

Por el contrario, existen pruebas del declive de una civilización que fue grandiosa, que apreciaba exquisitamente la belleza y construyó magníficas ciudades, palacios, carreteras y acueductos por todo el mundo. Emplearon técnicas y tecnologías de construcción avanzadas que parecen superiores a las nuestras, moviendo enormes bloques de piedra y encajándolos sin cemento, creando estructuras que han perdurado durante siglos. Estas piedras no muestran signos de haber sido trabajadas a mano, ya que no presentan marcas de herramientas y poseen líneas limpias y suaves.

Esta civilización, como se ha observado, fue arrasada por una inundación: casi todos los edificios antiguos quedaron sepultados bajo corrientes de lodo compuestas de barro y piedras, lo que obligó a excavar, incluso en lo alto de las colinas. Las antiguas calles yacían ocultas bajo una capa de lodo de cinco metros de espesor, repleta de cucharas, zócalos y huesos. En Turquía e Italia se siguen excavando vestigios de este tipo, y tal vez yacimientos similares aguarden a ser descubiertos en otros lugares si se excavan correctamente. Depósitos de suelo de esta magnitud en todo el mundo sugieren la acción de vastas masas de agua, capaces de generar tsunamis colosales, depositando cantidades masivas de suelo limoso a elevaciones de hasta 3300 pies.

¿Existió una civilización «élfica» antes que los humanos?

Un ejemplo típico de la antigua raza «élfica», caracterizada por rasgos compartidos.

Para comprender la realidad de una civilización que podría describirse como «élfica», basta con visitar Grecia o Italia para ser testigo de las antiguas ruinas, las piedras colosales y la belleza y estética de los edificios. Los creadores de estas estructuras distaban mucho de ser tontos o ignorantes, y destacaban por la estética, el respeto al medio ambiente y la robustez y magnificencia de sus construcciones. En efecto, nuestra creciente población ha dado lugar a numerosos bloques de apartamentos altísimos, parecidos a termiteros, pero que distan mucho del esplendor de los edificios antiguos.

Las esculturas ofrecen una visión del aspecto de esta civilización élfica. Se les representa con una belleza asombrosa, narices rectas, barbillas prominentes, labios carnosos, ojos grandes como los de una vaca y pelo rizado. Estos rasgos son únicos y no se parecen a los de las personas vivas de hoy en día, que se asemejan a estas antiguas estatuas.

El término «civilización de los elfos» es bastante apropiado; no sólo abarca la armonía y la belleza de su arquitectura, sino también el hecho de que, como se describe en los libros de Tolkien, esta civilización estaba en declive. Muchas estructuras, como la gran Baalbek, permanecen inacabadas. Hubo un periodo en el que la civilización élfica convivió con nosotros, los llamados bárbaros humanos, y después fueron los humanos quienes habitaron estos grandes edificios, que desde luego no eran ningún tipo de templos.

La noción de que los antiguos eran tontos es una invención deliberada destinada a desviar nuestra atención de la búsqueda de su sabiduría, animándonos en su lugar a perseguir los últimos «pseudo-descubrimientos» de los científicos. Esto perpetúa la creencia en la pseudociencia por encima de Dios y refuerza la idea errónea de que el progreso es lineal, sin considerar la posibilidad de que estemos retrocediendo.

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