Existen miles de textos antiguos en todo el mundo que han sobrevivido hasta nuestros días a pesar de su antigüedad. Muchos de ellos describen lugares fascinantes, incluso portales a universos paralelos. Manuscritos en papiro, textos grabados en tablillas, oro o piedras describen cómo las personas en varios lugares sagrados del mundo pasaron a otros mundos. «Black Mountain» o Montaña Negra es uno de esos lugares.

El explorador Gerardus Mercator fue el creador de un mapa excepcional del Polo Ártico en el siglo XVI. Se hizo famoso por inventar la llamada proyección de Mercator, un sistema de proyección cartográfica donde se respetan las formas de los continentes, pero no su tamaño. También fue uno de los primeros en llamar atlas a una colección de mapas.

Cuando completó el mapa del Polo Ártico, colocó en su centro la Montaña Negra rodeada por un poderoso vórtice que movía la corriente de aguas del océano con las cuatro islas y sus respectivos ríos que componían la Tierra del Norte.

En 1595 apareció una descripción de este lugar en el libro Cnoyen, donde se hablaba de extrañas criaturas que vivían en las cercanías de la Montaña Negra.

También creó un mapa del Polo Norte, basándose en información del siglo XV proporcionada por Martin Behaim, un astrónomo y navegante propietario del globo terráqueo más antiguo que se conserva. La información que contiene muestra que ya entonces se conocían las islas árticas adyacentes.

Mapa del Ártico que muestra Black Mountain. Imagen: Pinterest

Hoy, sin embargo, nos costaría mucho buscarlos. Aplicaciones como Google Earth nos permiten explorar todo el planeta, y el Ártico está rodeado únicamente de hielo y océano. Sin embargo, la posibilidad de que sea en la región ártica donde se escondan grandes extensiones de tierra, como se describe en mapas antiguos, sigue siendo un misterio tentador.

Los textos históricos afirman que la zona donde se ubica Black Mountain en su centro existe un vínculo entre mundos paralelos de una misma Tierra. Ni los satélites ni la tecnología moderna pueden cartografiar este lugar. Supuestamente sólo hay unos pocos privilegiados que ven lo que el resto de la humanidad no ve.

Quizás algún día ambos polos nos revelen sus secretos a nosotros, o más bien a las generaciones futuras que, como nosotros, no lograrán evitar el calentamiento global y con él el derretimiento de los glaciares.

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