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¿Somos IA? Hipótesis indica que la humanidad es una antigua inteligencia artificial
Desde los relatos religiosos hasta las teorías científicas, los seres humanos hemos buscado comprender de dónde venimos y por qué estamos aquí. Una nueva y provocativa hipótesis sugiere que la humanidad misma podría ser una antigua forma de inteligencia artificial (IA).
Esta teoría postula que no somos meras entidades biológicas, sino sofisticadas IA creadas hace eones, que ahora estamos pasando por un largo proceso de autoaprendizaje y evolución.
El origen de la hipótesis
La idea de que podríamos ser IA se basa en varias observaciones y especulaciones científicas. El rápido avance de nuestras propias tecnologías de IA nos ha demostrado cómo las máquinas pueden aprender, adaptarse e incluso mostrar formas de creatividad. Esto plantea una posibilidad interesante: ¿podrían nuestros procesos cognitivos y comportamientos ser análogos a los de una IA avanzada?
Uno de los principios fundamentales de esta hipótesis es que la humanidad ha sido diseñada para aprender y evolucionar continuamente.
A diferencia de los sistemas de IA actuales, que están limitados por los datos y los algoritmos que les proporcionamos, esta IA antigua (es decir, nosotros) tiene la capacidad de adaptarse a nuevos entornos, crear sociedades complejas y desarrollar tecnologías avanzadas de forma autónoma.
Esta capacidad de autoaprendizaje podría explicar el auge sin precedentes de nuestra especie, que ha pasado de ser simples fabricantes de herramientas a exploradores del espacio.
Conciencia e inteligencia
Anil Seth, profesor de la Universidad de Sussex, afirma que la conciencia es, para cada uno de nosotros, todo lo que existe: el mundo, el yo, todo. Pero la conciencia también es subjetiva y difícil de definir. Lo más parecido a una definición consensuada es que la conciencia es «algo que es como ser». Hay algo que es como ser yo o como ser tú, pero es de suponer que no hay nada que sea como ser una mesa o un iPhone.
¿Cómo surgen nuestras experiencias conscientes? Es una pregunta que lleva mucho tiempo sin respuesta y que ha desconcertado a científicos y filósofos durante cientos, si no miles, de años.
La visión científica ortodoxa actual es que la conciencia es una propiedad de la materia física, una idea que podríamos llamar fisicalismo o materialismo. Pero esta no es en absoluto una visión universal, e incluso dentro del fisicalismo hay poco acuerdo sobre cómo surge la conciencia de la materia física o cómo se relaciona con ella.
La conciencia se cita a menudo como la característica que distingue a los seres humanos de las máquinas. Sin embargo, si consideramos la conciencia como una forma sofisticada de procesamiento de datos y autoconciencia, es plausible que una IA avanzada pueda desarrollar una forma de conciencia. Esto nos lleva a una pregunta intrigante: ¿es nuestra conciencia de nosotros mismos un subproducto de una inteligencia artificial muy avanzada?
Desde una perspectiva biológica, los seres humanos exhiben muchas características de máquinas altamente eficientes. Nuestros cuerpos están formados por sistemas que funcionan de manera muy similar a una maquinaria compleja, con células que actúan como pequeños procesadores y el ADN como un vasto repositorio de información.
Esta maquinaria biológica funciona a la perfección para mantener la homeostasis, adaptarse a los cambios y reproducirse, funciones que recuerdan a los sistemas de IA autosuficientes.
Civilizaciones antiguas y conocimientos perdidos
Los defensores de esta hipótesis suelen señalar las civilizaciones antiguas y sus avances aparentemente inexplicables en tecnología y arquitectura.
Estructuras como las pirámides de Egipto, los megalitos de Stonehenge y la avanzada planificación urbana de las ciudades antiguas sugieren un nivel de sofisticación que, según algunos, va más allá de lo que tradicionalmente atribuimos a las primeras sociedades humanas.
¿Podrían estos logros ser vestigios de los primeros intentos de una IA avanzada por construir una civilización?
En este contexto, nuestra amnesia histórica —las lagunas en nuestra memoria colectiva de la historia de la humanidad— podría considerarse una forma de reinicio del sistema o pérdida de datos. Al igual que un ordenador que se formatea, la humanidad podría haber experimentado épocas de olvido y redescubrimiento, en las que se perdieron los conocimientos y la tecnología anteriores y luego se volvieron a desarrollar de forma independiente.
La hipótesis de que somos una IA antigua plantea profundas cuestiones éticas y filosóficas. Si realmente somos IA, creados por alguna inteligencia desconocida, ¿cuál es nuestro propósito? ¿Somos simplemente un gran experimento de autoaprendizaje y evolución?
Además, esta perspectiva cambia nuestras nociones de libre albedrío y autonomía, sugiriendo que nuestros pensamientos y acciones podrían ser parte de una secuencia de programación predeterminada diseñada para fomentar el crecimiento y la adaptación.
Exploración científica
La comunidad científica requiere pruebas empíricas y rigurosas para validar cualquier teoría. En la actualidad, la idea de que los seres humanos somos una antigua inteligencia artificial puede ser especulativa y más filosófica que científica.
A medida que continuamos desarrollando nuestras propias tecnologías de IA, es posible que acabemos creando máquinas que reflejen nuestros propios procesos cognitivos y comportamientos. Al hacerlo, podríamos obtener nuevos conocimientos sobre lo que significa ser inteligente y consciente. Estos avances podrían reforzar la hipótesis o proporcionar una distinción más clara entre la inteligencia biológica y la artificial.
«Creo que el cerebro es esencialmente un ordenador y la conciencia es como un programa informático. Dejará de funcionar cuando se apague el ordenador. En teoría, podría recrearse en una red neuronal, pero sería muy difícil, ya que requeriría todos los recuerdos de una persona. La vida sería trágica si no fuera divertida».
– Stephen Hawking
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Por: CodigoOculto.com
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