Nikola Tesla fue una de las mentes científicas más brillantes que ha conocido el mundo. Aunque misteriosamente ausente de los libros de texto escolares, logró mucho en vida, descubriendo la radio y el control remoto -la columna vertebral de la tecnología actual de NASA-, la tecnología de los drones, las ondas de radio cósmicas y mucho más. También fue un gran defensor de la energía gratuita e ilimitada para todos.

Tesla hizo una demostración pública de su primer modelo funcional de robot guiado por ondas de radio en la Exposición Eléctrica celebrada en el Madison Square Garden en mayo de 1898. Fue noticia de primera plana en los Estados Unidos de la época. Era la primera vez que se utilizaban ondas de radio para guiar el movimiento de un robot, 11 años antes de que Marconi recibiera el Premio Nobel por el descubrimiento de la radio en 1909.

En el mundo actual de la ciencia, pocos recuerdan que la mayoría de nuestros físicos y químicos pioneros eran místicos. Es el caso de Tesla, cuya idea de la energía libre estuvo muy influida por la filosofía védica. Es una realidad desafortunada que incluso alguien tan brillante como Tesla sería calumniado de pseudocientífico por los investigadores convencionales si estuviera vivo y trabajando hoy en día.

Tesla no era sólo un defensor de la comunicación inalámbrica y la energía. También creía que no estamos solos en el universo, una conclusión que se ha vuelto obvia, incluso para muchos científicos convencionales. De hecho, en una reciente comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos, los principales astrónomos del país afirmaron que la vida extraterrestre existe sin lugar a dudas. Y varios científicos y personal militar y político nos han dicho que no estamos solos, y que llevamos mucho tiempo recibiendo la visita de vida extraterrestre inteligente.

Tesla hizo estas declaraciones en una entrevista que concedió a la revista Time a la edad de 75 años:

«Creo que nada puede ser más importante que la comunicación interplanetaria. Sin duda llegará algún día, y la certeza de que hay otros seres humanos en el universo, trabajando, sufriendo, luchando, como nosotros, producirá un efecto mágico en la humanidad y formará los cimientos de una hermandad universal que durará tanto como la propia humanidad.

Pocos saben que en 1899, mientras trabajaba en su laboratorio de Colorado Springs, anunció que había recibido señales de radio extraterrestres. La comunidad científica pensó que estaba loco y, de hecho, las señales de radio cósmicas ni siquiera existían en aquella época. Es fácil imaginar lo solo e incomprendido que debió sentirse Tesla».

El satélite Caballero Negro

Aunque no fue confirmado por los científicos hasta 1932, Tesla lo descubrió en 1899 mientras estaba en su laboratorio de Colorado Springs, oyendo extraños sonidos rítmicos en su receptor de radio. La confirmación en 1932 dio origen al campo de la radioastronomía, que ahora se utiliza para descodificar y detectar mensajes de estrellas lejanas y otras fuentes celestes misteriosas. Tesla escribe:

«Nunca podré olvidar las primeras sensaciones que experimenté cuando caí en la cuenta de que había observado algo posiblemente de incalculables consecuencias para la humanidad. Me sentí como si estuviera presente en el nacimiento de un nuevo conocimiento o en la revelación de una gran verdad. Incluso ahora, a veces, puedo recordar vívidamente el incidente, y ver mi aparato como si estuviera realmente ante mí. Mis primeras observaciones me aterrorizaron positivamente, pues había en ellas algo misterioso, por no decir sobrenatural, y yo estaba solo en mi laboratorio por la noche; pero en aquel momento la idea de que estas perturbaciones fueran señales inteligentemente controladas no se me presentaba todavía.

Los cambios que notaba se producían periódicamente, y con una sugerencia tan clara de número y orden que no eran rastreables a ninguna causa que yo conociera entonces. Estaba familiarizado, por supuesto, con las perturbaciones eléctricas producidas por el sol, la Aurora Boreal y las corrientes terrestres, y estaba tan seguro como podía estarlo de que estas variaciones no se debían a ninguna de estas causas. La naturaleza de mis experimentos excluía la posibilidad de que los cambios fueran producidos por perturbaciones atmosféricas, como algunos han afirmado precipitadamente. Fue algún tiempo después cuando me vino a la mente la idea de que las perturbaciones que había observado podían deberse a un control inteligente. Aunque no podía descifrar su significado, me era imposible pensar que habían sido enteramente accidentales. No cesaba de crecer en mí la sensación de haber sido el primero en oír el saludo de un planeta a otro… No estaba contemplando simplemente una visión, sino que había alcanzado a ver una gran y profunda verdad» (Fuente) (Fuente).

Tesla creía que las señales que captaba procedían de Marte. Aquí hay otra declaración que dio sobre lo que encontró:

«Otros pueden burlarse de esta sugerencia… [de] comunicarse con uno de nuestros vecinos celestiales, como Marte… o tratarlo como una broma pesada, pero yo he sido muy serio al respecto desde que hice mis primeras observaciones en Colorado Springs… En ese momento, no existía ninguna planta inalámbrica aparte de la mía que pudiera producir una perturbación perceptible en un radio de más de unas pocas millas. Además, las condiciones en las que yo operaba eran ideales, y yo estaba bien entrenado para el trabajo. El carácter de las perturbaciones registradas excluía la posibilidad de que fueran de origen terrestre, y también eliminé la influencia del sol, la luna y Venus. Como anuncié entonces, las señales consistían en una repetición regular de números, y el estudio posterior me convenció de que debían emanar de Marte, ya que el planeta se hallaba entonces cerca de la Tierra». (Fuente)

Según la American Physical Society Physics, Tesla llegó a la conclusión de que estas señales, o este extraño objeto no natural del que procedían, era efectivamente extraterrestre, o un esfuerzo para «comunicarse con la Tierra por parte de seres alienígenas.»

Este fue uno de los múltiples incidentes en los que Tesla interceptó lo que él pensaba que eran señales inteligentes procedentes del espacio. Afirma que incluso la forma más simple de comunicación (como el intercambio de números) podría representar una forma de transmisión inteligible de extraterrestres.

Cuando me topé con esa información, pensé instantáneamente en este documento de la NSA, que es un ejemplo de mensajes extraños procedentes del espacio, como se explica a continuación.

Hoy sabemos con certeza que estas señales son de origen extraterrestre, pero se supone que son ondas de radio procedentes de planetas, cometas, estrellas o galaxias, no de ‘ET’.

Más de 30 años después de su confirmación en 1932, una estudiante de posgrado llamada Jocelyn Bell observó unos datos extraños procedentes de su telescopio en el Observatorio Radioastronómico Mullard (MRAO). Al cabo de unas semanas, se dio cuenta de que la señal que se estaba produciendo no podía proceder de ninguna fuente natural conocida, y ella (y su equipo) descartaron todas las explicaciones imaginables, como múltiples fuentes de interferencia humana, otros radioastrónomos, radares reflejados en la Luna, satélites en órbita, señales de televisión y mucho más. Nada podía explicar estas extrañas señales.

Finalmente publicó un artículo en la revista científica Nature, a pesar de que no se había determinado la fuente del sonido, aunque sabían que era artificial.

Estos anuncios causaron bastante conmoción en su momento, y hoy en día es habitual que se detecten señales extrañas, determinadas como procedentes de fuentes «no naturales». Pero, ¿quién sabe lo que son?

El año pasado, unos extraños destellos de ondas de radio procedentes de muy lejos de nuestra Vía Láctea (o dentro de ella) confundieron por completo a los científicos.

Sólo quiero dejar claro que este tipo de cosas siempre están ocurriendo.

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