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Pozo de la Iniciación: torre subterránea construida por masones para celebrar rituales
«Los hijos de Amelia» es una película portuguesa de terror místico inspirada en los cuadros de Goya, los mitos de Edipo y «Drácula» de Bram Stoker. La trama gira en torno a la llegada del protagonista a una peculiar finca en Portugal, plagada de actividades ocultas.
La ironía reside en el hecho de que las propiedades inmobiliarias en Portugal son aún más extrañas, espeluznantes y asombrosas que las que aparecen en las películas. Por ejemplo, la finca Regaleira, donde se encuentra el Pozo de la Iniciación, que podría estar sacado de un cuento de terror gótico.
A mediados del siglo XIX, un excéntrico millonario llamado Carvalho Monteiro residía en Portugal. Amasó su fortuna con el comercio de piedras preciosas y café de Brasil. Además, era masón y se le consideraba de alto rango.
Con su fortuna, Monteiro construyó una finca llamada Regaleira, que se asemeja a la fantasía de un alquimista medieval. La finca y su parque forman una gran metáfora ocultista, compuesta por numerosos símbolos ocultos más pequeños.
Túneles subterráneos
En la superficie florece un jardín dividido en dos secciones: una meticulosamente cuidada y otra deliberadamente desatendida. Representan la naturaleza dual del espíritu y la bestia dentro de cada persona.
El palacio gótico está adornado con gárgolas, y el parque rebosa de estatuas de deidades y símbolos masónicos. Lagos, grutas y cuevas sirven de símbolos, y todo está interrelacionado en un sistema específico, que sólo conoce el millonario Monteiro.
Pozo de la Iniciación
Sin embargo, la característica más llamativa de la finca es el Pozo de la Iniciación, un espectáculo realmente impresionante.
El Pozo de la Iniciación es como una torre invertida que se extiende 27 metros bajo tierra. Presenta nueve niveles, reflejo de los nueve círculos del Infierno.
El pozo consta de nueve tramos de 15 escalones cada uno. Se dice que el arquitecto italiano Luigi Manini, que diseñó el pozo, quiso que los nueve tramos de escaleras simbolizaran los nueve círculos del infierno descritos por Dante en su poema «La Divina Comedia».
En su base se encuentra el escudo de armas de Monteiro, con una estrella de ocho puntas y una cruz templaria en el centro. Adorna una de las paredes un triángulo luminoso, símbolo asociado a la masonería.
Para subir o bajar, hay que atravesar una escalera de caracol flanqueada por balaustradas de piedra, junto a una pared con arcos totalmente cubiertos de musgo de diferentes tonalidades.
Según la leyenda, la entrada al Pozo de la Iniciación está protegida por centinelas de piedra de otro reino.
Rituales de iniciación masónica
Al parecer, la torre sirvió para celebrar rituales de iniciación masónica.
Con los ojos vendados, el estudiante descendía con una espada desnuda apoyada en el pecho. En la base le esperaba una nueva prueba: un pozo que conducía a cuatro túneles distintos, cada uno de ellos un desafío laberíntico.
La tarea del iniciado consistía en ascender de nuevo a la luz del día, sorteando las impresionantes vistas visibles a través de los arcos del pasadizo. Una sección del túnel, inundada intencionadamente, requería ágiles saltos de piedra en piedra que recordaban a un Mario masónico. Por fin, el neófito llegó a la Capilla, saludado por sus hermanos, y fue acogido en el redil de la orden.
Todo ello representa la katabasis, un descenso místico a los infiernos. El iniciado sufría una muerte simbólica y, al renacer, experimentaba la anábasis, o ascensión. Se trata de un símbolo clásico que tiene su origen en antiguos rituales paganos.
La finca se ha convertido en museo, y la ciudad adyacente de Sintra la adquirió, sorprendentemente, a la corporación japonesa Aoki con fines de conservación. Es posible crear una Disneylandia personal con temática de katabasis y gárgolas.
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