DECODIFICADO
La sorprendente máquina de terremotos de Nikola Tesla: El oscilador electromecánico
Nikola Tesla reveló que un terremoto que atrajo a la policía y las ambulancias a la región de su laboratorio en el 48 E. Houston St., Nueva York, en 1898, fue el resultado de una pequeña máquina con la que estaba experimentando en ese momento y que «se podía meter en el bolsillo del abrigo».
Nikola Tesla es hoy famoso por sus trabajos sobre la electricidad y la energía. Desarrolló el sistema de corriente alterna, que permitía transmitir electricidad a grandes distancias, y trabajó también en la comunicación inalámbrica y la transferencia de energía. Era un pensador brillante, pero también muy excéntrico.
Tal vez las partes más enigmáticas de su personalidad lo convierten en un tema tan interesante para los conspiranoicos. A Tesla se le atribuye haber trabajado con fuentes de energía desconocidas, haber sido contactado por extraterrestres, supuestamente haber causado la explosión de Tunguska con un rayo mortal e incluso haber trabajado en un generador de terremotos.
Te puede gustar:
El generador de terremotos de Nikola Tesla
En 1896, Tesla trabajaba en oscilaciones para transferir energía. La idea era crear un oscilador accionado por vapor, capaz de crear varias frecuencias. Si la frecuencia coincidía con la frecuencia de resonancia, un dispositivo receptor debería transformar las oscilaciones mecánicas de nuevo en corriente eléctrica.
Era un tranquilo día de 1898 cuando los residentes de varios bloques de edificios de los populosos barrios chino e italiano de Manhattan empezaron a experimentar un temblor que pronto comenzó a sacudir todos los edificios y a hacer añicos los cristales, provocando que la gente corriera despavorida por las calles de Nueva York.
La policía se vio obligada a acudir rápidamente para evaluar la situación. Tras comprobar que el temblor se limitaba a esa pequeña parte de la ciudad y sospechar quién podía ser el causante, la policía envió a dos de sus agentes al número 46 de East Houston Street.
Justo antes de entrar en el edificio, se dieron cuenta de que el temblor había cesado y, cuando atravesaron la puerta de un laboratorio, fueron recibidos por un hombre alto y delgado, con bigote, elegantemente vestido y armado con un martillo. El hombre les dijo tranquilamente,
«Señores -les anunció-, lo siento. Han llegado un poco tarde para presenciar mi experimento. Me he visto obligado a interrumpirlo de forma repentina e inesperada. Sin embargo, si vienen esta tarde, tendré otro oscilador conectado a una plataforma y cada uno de ustedes podrá subirse a él. Estoy seguro de que les resultará una experiencia muy interesante y placentera. Ahora deben marcharse, tengo muchas cosas que hacer. Buenos días».
La causa de aquel incidente había sido un pequeño oscilador electromecánico (Máquina del Terremoto) con el que Tesla estaba experimentando aquel día para sus investigaciones sobre resonancia mecánica. Tras colocarlo en un pilar de su laboratorio, la vibración provocada por el instrumento comenzó a propagarse por el subsuelo del edificio hasta los edificios colindantes creando el caos entre sus vecinos.
Tan absorto y fascinado estaba Tesla que no se decidió a terminar el experimento hasta que notó que todo su laboratorio temblaba vigorosamente.
Otro de sus experimentos se lo contaría unos años más tarde a un periodista. Esta vez Tesla decidió experimentar fuera de su laboratorio y tras localizar un edificio en construcción en el barrio de Wall Street que aún era un esqueleto metálico, colocó el oscilador sobre una de las vigas y lo activó.
En pocos minutos, toda la estructura de diez plantas del edificio comenzó a vibrar, asustando a los trabajadores y provocando que la policía volviera a hacer acto de presencia. Antes de que nadie pudiera darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Tesla desactivó el dispositivo, se lo guardó en el bolsillo y continuó su camino.
Una máquina muy poderosa
En la misma entrevista, el inventor aseguró que en menos de una hora podría derribar el puente de Brooklyn, e incluso afirmó que con una máquina adecuada y dinamita sería capaz de partir la Tierra en dos.
«Estaba experimentando con vibraciones. Tenía una de mis máquinas en marcha y quería ver si podía ponerla en sintonía con la vibración del edificio. La puse una muesca tras otra. Se oyó un crujido peculiar. Pregunté a mis ayudantes de dónde procedía el sonido. No lo sabían. Subí la máquina unas cuantas muescas más. El crujido se hizo más fuerte. Sabía que me estaba acercando a la vibración del edificio de acero. Subí un poco más la máquina.
De repente, toda la maquinaria pesada del lugar saltó por los aires. Cogí un martillo y rompí la máquina. El edificio habría caído sobre nuestras orejas en unos minutos más. Fuera, en la calle, había un pandemónium. Llegaron la policía y las ambulancias. Les dije a mis ayudantes que no dijeran nada. Le dijimos a la policía que debía haber sido un terremoto. Eso fue todo lo que supieron».
Algún sagaz reportero preguntó a Nikola Tesla en ese momento qué necesitaría para destruir el Empire State Building con su Máquina del Terremoto y el doctor contestó:
«La vibración hará cualquier cosa. Sólo sería necesario aumentar las vibraciones de la máquina para que se ajustaran a la vibración natural del edificio y éste se vendría abajo.».
Tesla explicó más tarde este principio al periodista Allan L. Besnson, que publicó en febrero de 1912 un artículo sobre el resonador de Tesla en la revista The World Today:
«Metió su pequeño vibrador en el bolsillo de su abrigo y salió a la caza de un edificio de acero a medio construir. Encontró uno en el distrito de Wall Street, diez pisos de armazón de acero sin un ladrillo ni una piedra a su alrededor. Sujetó el vibrador a una de las vigas y jugueteó con el ajuste hasta que lo consiguió.
Tesla dijo que, finalmente, la estructura empezó a crujir y a ondularse y los trabajadores del acero se echaron al suelo presas del pánico, creyendo que se había producido un terremoto. Llamaron a la policía. Tesla se guardó el vibrador en el bolsillo y se marchó. Diez minutos más y podría haber derrumbado todo el edificio. Y, con el mismo vibrador, podría haber destruido el puente de Brooklyn al East River en menos de una hora».
El 10 de julio de 1935, con motivo de la entrevista que le hizo la prensa para celebrar su cumpleaños, en su suite del Hotel New Yorker, Tesla anunció un método para transmitir energía mecánica con precisión y pérdidas mínimas a cualquier distancia terrestre, incluyendo un nuevo medio de comunicación relacionado y un método, según él, que facilitaría la localización infalible de yacimientos minerales subterráneos.
En aquella época, Tesla recordaba el temblor de tierra que hizo que la policía y las ambulancias acudieran rápidamente a su laboratorio de Houston Street mientras se realizaba un experimento con uno de sus osciladores mecánicos.
La gran incógnita es: ¿dónde se encuentra el generador de terremotos de Nikola Tesla? ¿Ha sido utilizado por alguna nación del primer mundo para causar desastres a gran escala?
¿Te gustó este artículo? Síguenos en nuestra página de Facebook: Planeta Maldek para que no te pierdas ningún contenido. Además, puedes visitar nuestra portada y acceder a todos los artículos. También puedes seguirnos en Telegram. y en Whatsapp.
DECODIFICADO
¿Tuvo la Unión Soviética contactos con extraterrestres «grises» desde 1942?
Se cree que el primer contacto con un grupo de seres extraterrestres tuvo lugar no sólo en Estados Unidos en la década de 1950, sino también en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
DECODIFICADO
El «Efecto Pirámide»: Experimentos con estructuras piramidales
En la década de 1950, un visitante francés llamado Bovi observó en los cubos de basura de la Gran Pirámide pequeños animales que habían entrado inadvertidamente y perecido. Sus cuerpos parecían inusuales, sin olor ni signos de descomposición. Intrigado, Bovi inspeccionó los restos y descubrió que se habían deshidratado y momificado, a pesar de la humedad de la sala.
DECODIFICADO
Arqueólogos descubren en México un misterioso portal que se cree es una «entrada al inframundo»
Las civilizaciones mesoamericanas, incluidas la maya y la azteca, han legado numerosos enigmas. Recientemente, algunos de ellos se han ido resolviendo gracias a sorprendentes descubrimientos arqueológicos.