Hace miles de millones de años, nuestro Sistema Solar pudo haber tenido un encuentro increíblemente cercano con otra estrella fugaz.

Tal y como se detalla en un par de nuevos estudios publicados en las revistas Nature Astronomy y The Astrophysical Journal Letters, el sobrevuelo estelar podría explicar las desconcertantes órbitas de ciertos objetos de nuestro Sistema Solar, como los diminutos cuerpos celestes que permanecen en sus límites exteriores, e incluso algunas de las extrañas lunas de nuestros vecinos planetarios.

El encuentro habría sido increíblemente cercano. Según los descubrimientos, la estrella se acercó a menos de 110 unidades astronómicas del Sol (UA), es decir, 110 veces la distancia entre el Sol y la Tierra.

Para poner las cosas en perspectiva, esto sitúa al visitante estelar más cerca de la Tierra que la distancia actual de la sonda interestelar Voyager 1, que ha conseguido alejarse 164 UA de nuestro planeta desde su lanzamiento en 1971.

Causó enormes cambios en el Sistema Solar

Teniendo en cuenta que la estrella más cercana conocida en la actualidad, Próxima Centauri, se encuentra a más de cuatro años luz de distancia, se trata de un casi accidente bastante dramático, y los investigadores afirman que sería necesaria una perturbación de este tipo para explicar las órbitas caóticas de los cuerpos celestes en una parte olvidada de nuestro Sistema Solar, más allá del alcance del planeta más lejano, Neptuno.

Susanne Pfalzner, autora principal del estudio y astrofísica del Forschungszentrum Jülich (Alemania), dijo en un comunicado sobre su trabajo:

«Muchos de estos objetos transneptunianos se mueven en órbitas excéntricas inclinadas respecto al plano orbital común de los planetas del Sistema Solar».

En pocas palabras, las órbitas de estos objetos presentan una inclinación inexplicable. Para comprobar si la gravedad de un intruso interestelar podría haber sido la causa, los investigadores realizaron más de 3.000 simulaciones por ordenador.

Una estrella se acercó demasiado al Sistema Solar hace miles de millones de años.

Los resultados coincidieron con su hipótesis, y mucho más. No sólo podría explicar dos de los objetos transneptunianos más extraños que tienen órbitas retrógradas -lo que significa que orbitan en la dirección opuesta a todos los planetas del Sistema Solar-, sino que también podría relacionarse con el planeta enano Sedna, extremadamente distante, que en su punto más lejano se encuentra a unas asombrosas 937 UA del Sol.

Según Amith Govind, coautor del estudio y también astrofísico de la FZJ, «la mejor coincidencia con el Sistema Solar exterior actual que hemos hallado con nuestras simulaciones es una estrella ligeramente más ligera que nuestro Sol, de unas 0,8 masas solares». Se habría acercado a «algo menos de cuatro veces la distancia del planeta más exterior, Neptuno».

Lunas extrañas

Convenientemente, el encuentro también podría explicar algunas de las lunas irregulares de nuestro Sistema Solar, incluida la luna Febe de Saturno, cuya órbita es retrógrada e inusualmente distante. Los gigantes de hielo y gas vecinos , Júpiter y Neptuno, también están repletos de lunas de este tipo.

Según esta hipótesis, las lunas irregulares podrían haber sido alguna vez objetos transneptunianos, empujados hacia el interior por la estrella pasajera.

Simon Portegies Zwart, coautor del estudio de Nature Astronomy, afirma:

«Algunos de estos objetos podrían haber sido capturados por los planetas gigantes como lunas. Esto explicaría por qué los planetas exteriores de nuestro Sistema Solar tienen dos tipos diferentes de lunas».

En resumidas cuentas, esto podría marcar un asombroso episodio de la historia de nuestro Sistema Solar que hasta ahora había pasado desapercibido… si resulta ser cierto, claro.

Se han publicados dos estudios en las revistas Nature Astronomy y The Astrophysical Journal Letters.

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